La escuela y la cárcel Algunas reflexiones desde la docencia

Publicado en por Dewis anaya

Uno de los escenarios más importantes en la educación actual es la escuela, quien en palabras del filósofo francés Michael Focault es lo más parecido a una cárcel moderna. Paradójicamente podemos decir también que la cárcel aspira a convertirse en escuela, es el dilema de la escuela carcelaria y la cárcel como escuela de transgresores. Pero que tanto se parece la una a la otra, que tanto se parece una escuela básica cualquiera del estado Aragua a la cárcel de Tocaron, por ejemplo. Ambas instituciones tanto la cárcel como la escuela cuentan con sendos directores reguladores del orden interno y la convivencia, unos muros, un portón de entrada y salida, celdas y aulas hacinadas, la mirada cauta de guardianes y maestros, y un estricto régimen disciplinario; pero también cuentan con un patio donde se camina, se habla, se hace algo de deporte y se estiran los huesos, siendo uno de los mayores anhelos y deseos abandonar felizmente estas instalaciones, en el caso de los niños al final de la jornada escolar y de los presos al terminar su tiempo de reclusión. Solo es ver la felicidad presente en el rostro de los niños al atardecer cuando salen de clases, la alegría los embarga a todos ¡al fin salimos dirían!
La cárcel como instancia resocializadora de los seres humanos ha fracasado estrepitosamente, no solo en Venezuela si no también a nivel mundial y junto a ella su aspiración obtusa de humanización. El hecho de que exista es una muestra fehaciente también por ende del fracaso de nuestro sistema social y político, ya que efectivamente se ha convertido como lo dice la ya famosa expresión popular venezolana “en un deposito humano”, pobres de aquellos hombres y mujeres que lleguen a ella, mejor era no haber nacido pudiésemos decir. La sociedad solo se humanizará cuando la cárcel pierda su razón de existir y solo se vean en los libros de antropología e historia como adefesios de nuestras primitivas formas de ‘’resolver los problemas’’
 La escuela no puede recrear esta tragedia descrita, tiene que derribar los muros que la rodean tanto física como espiritualmente y ser un escenario de libertades y democracia. Las aulas deben trasladarse a los parques, a los samanes, patios de casa, a las comunidades, plazas de pueblos, a las calles. Los maestros deben enamorarse de su profesión no ser solo unos asalariados mas; entender a los niños, propiciar condiciones adecuadas para que fluya la necesidad de conocimiento, la sed por el saber trascendiendo el transmisionismo propio de la pedagogía tradicional, impulsar un currículo flexible que se construya colectivamente de manera continua. La disciplina impuesta y el régimen de castigo deben quedar a un lado y darle paso a un proceso de generación de actitudes y comportamientos en los niños que parta de la concientización y la educación a partir del ejemplo y el amor; es decir fortalecer los lazos afectivos en los primeros años de vida para formar a un hombre y a una mujer nueva distinta.
Un ejemplo alentador y revolucionario en medio del conservadurismo y la resistencia al cambio es la llamada escuela agroecológica, que funciona en el estado Aragua, apoyada por la zona educativa y que constituye un lugar de encuentro de saberes, no ideada desde la concepción de la escuela tradicional de muros. En hora buena existen grupos de educadores que entienden la necesidad de concebir la nueva escuela sin muros pero que también es cierto aun nos falta mucho por hacer.

Dewis Anaya Meza

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post
G
<br /> Lo que dicen es real, desde mi infancia que estoy convencida y ya soy una adulta. Vivi la primaria como una pena, un castigo, no por que no me gustara estudiar sino la forma. Realmente es un<br /> sistema de estudio arcaico, ya decia Einstein: es un milagro que la cuiriosidad sobreviva a la escuela reglada. Por eso los chicos sufren tanto.Creo que somos muchos los que piensan asi, da<br /> esperanza...quizas cambie y el ser humano por fin decida vivir de una mejor manera, mas "feliz", equilibrada y espiritual.Saludos!<br /> <br /> <br />
Responder
D
El modelo capitalista, con sus lógicas y sus métodos, se resiste a morir, se hece presente en los diferentes espacios, por eso se puede hacer la analogía entre la carcel y la escuela. Sin embargo, con el avance de estos diez años de revolución, es necesario reconocer que hay cambios. A través de las misiones se está abriendo un nuevo camino de ser escuela, a través de las comunidades organizadas resalta un ciudadano y una ciudadana participando, opinando, formulando, debatiendo...estos son evidencias de la escuela que estamos construyendo, la educación que queremos. El capitalismo mutila tanto, enajena tanto, que no nos deja ver los avances. Tenemos que sacar la cabeza del remolino y empezar a evaluar los avances que hemos tenido para promoverlos, impulsarlos, para que cada día nosotros y nosotras consolidemos nuestra identidad como pueblo, nos animemos cada vez más, nos comprometamos cada día en seguir avanzando, e ir abriendo brecha para que la revolución se vaya profundizando.
Responder
D
<br /> totalmente deacuerdo con tu comentario, hay que seguir avanzando.........<br /> <br /> <br />